sábado, 15 de octubre de 2011

CUENTO PARA NO DORMIR

     Hoy he vuelto a ver la luz. Aquel rebaño perdido busca reencontrarse con la jauría que en su día les protegió. El pastor está enfurecido, oculta su crispación pero no puede evitar que se siente solo ante la manada. Ya no obedecen sus órdenes, ya nadie oye sus cantos nocturnos...
     
     Cada oveja con su pareja, juntos pero no revueltos...

     Hay una oveja mayor, la de mejor lana, que dicta ante el resto unas pautas. Otros corderitos le siguen el juego y saltan a su alrededor, aunque ella no sabe que sus fieles corderos también son amigos del lobo feroz.

     Hubo un día en que el pastor les dijo, que si veían que la tormeta se acercaba hicieran una piña todos juntos y no emitieran ningún sonido y que huyeran pasado el granizo, olvidandose de donde era su procedencia.

     El pastor se hizo de oro y acumuló una gran fortuna, pues vendía la lana esquilada de sus ovejas, dando lástima a los vecinos del pueblo. Les decía que sus pobres ovejas serían sacrificadas si no conseguía vender su lana. A las pobres ovejas, sin embargo, les mentía y les susurraba diciendoles que ya nadie quería lana, que todo era sintético y más barato, pero que no perdieran la fe.

     Hay un corderito un poco apartado del rebaño, al principio todos renegaban de él, pero ahora aplauden sus piruetas. Él presume de sus logros que no son otros que copiar lo que hacen sus hermanos.

     Y el buen pastor al que todos admiraban conseguirá que ya nadie crea que la PURA LANA VIRGEN es mejor que los materiales sintéticos, porque de tanto vender y vender se le acabó el negocio de sus ovejas.

     Colorín colorado, este cuento aún no se ha acabado...

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